jueves, 18 de diciembre de 2008

Trozos y partes

Aristóteles busca el principio del movimiento, el principio de la vida, el principio del bien, como si en ese punto en el que no se puede ir hacia atrás, ese punto que nace de sí mismo estuviera la respuesta. Mi hijo Juan hace años me decía que a veces se hacía preguntas cuya respuesta le conducía a otra pregunta, cuya respuesta le conducía a otra pregunta, y así sucesivamente, y que pensaba que si encontraba una respuesta que no tuviera otra pregunta detrás habría encontrado lo que es verdadero. Me doy cuenta de que ando en algo parecido con respecto al cuerpo, dejándome llevar de una pregunta a la otra, subdividiendo lo que es imposible dividir. Me acerco al movimiento músculo por músculo y sin embargo ningún músculo actúa solo, en el movimiento más sencillo participan un montón de ellos, participa el aire, el pulso, los nervios. Nada del cuerpo vivo se puede dividir.
Me encuentro mirando y pensando en trozos de cuerpo, ni tan siquiera en partes. La diferencia entre un trozo y una parte en el cuerpo, es muy profunda, es la diferencia entre el mostrador de la carnicería y un gesto, o un ruido, o un movimiento, o un dolor del cuerpo.
Por eso creo que me gusta trabajar acompañada de Aristóteles, él mira todos los aspectos de la naturaleza sin necesidad de hacerla trozos. A veces despiezar no me ayuda a ver el interior.

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