jueves, 1 de enero de 2009

Anatomía de las caricias

Mis manos están más frías que mis muslos, mientras que los acaricio puedo sentir en los muslos el frío de las manos y en las manos el calor de los muslos, todo pasa al mismo tiempo como dos voces de distinta tonalidad que suenan justo a la vez. Si me golpeo ya no puedo sentir que las palmas calientan mis muslos y al revés.

En medio de este recorrido sensual, un gusano atraviesa la sala, quisiera tener la sensibilidad física del gusano, todo barriga y tan blando...

Los límites de las sensaciones del cuerpo son infranqueables, pertenecen únicamente al cuerpo que las siente, sólo en el sexo logrado podemos sentir en nuestro cuerpo algo de lo que siente el cuerpo que nos acompaña.
Si nuestro cuerpo, medida de todo, no puede penetrar en el otro, el otro nunca penetrará en nuestra experiencia, luego la soledad de nuestro cuerpo es una certeza que sólo contradice el sexo.

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